Día siete: Marie Antoinette
Rueda solitaria,
ojos como heridas
pestañeantes.
Rueda obtusa,
opulenta,
soberbia aún
diez segundos después.
Rueda riéndose
al pie del cadalso
mi cabeza.
ojos como heridas
pestañeantes.
Rueda obtusa,
opulenta,
soberbia aún
diez segundos después.
Rueda riéndose
al pie del cadalso
mi cabeza.
1 Comments:
Mi querido señor:
No era mi intención el ser o sonar literaria, al menos no en esta pequeña pieza. Sólo me metí en los zapatos de esa reina cuya vida y muerte pudo haber sido la de cualquiera de nosotras, las demás mortales.
Muchas gracias por su comentario, siempre me empuja a seguir en este camino. A su lado.
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